Alejandro sintió los primeros dolores en la pierna hace tres años.
Como el dolor persistía, su madre, Jill, buscó atención médica en Trinidad y Tobago, de donde son originarios.
Descubrieron la causa cuando consultaron con un proveedor de salud local. Alejandro recibió el diagnóstico de enfermedad de Blount, un trastorno del crecimiento que provoca que su pierna se arquee hacia afuera, dándole a las piernas una apariencia arqueada. La afección afecta la placa de crecimiento alrededor de la rodilla.
Las opciones de tratamiento en el Caribe eran limitadas y Jill estaba decidida a encontrar la mejor solución para su hijo. Se puso en contacto con su hermano, quien conocía a un paciente del Hospital Shriners para Niños con la misma afección que Alejandro.
La familia tiene el recuerdo vívido de cuando solicitaron atención en Shriners Children's. Jill envió un correo electrónico a nuestro equipo de atención internacional a las 23:47 hs, y recibió una respuesta antes de la medianoche. La rápida respuesta dejó muchas cosas en claro para esta madre preocupada. “El mero hecho de que acusaran recibo inmediatamente demostró que Shriners no sólo cuida a los niños, sino también a los padres”, dijo Jill.
Al llegar a St. Louis, los médicos descubrieron que Alejandro tenía una segunda afección en la otra pierna: epífisis femoral capital deslizada. Es decir, la parte superior de fémur se había deslizado en la placa de crecimiento. En el Hospital Shriners para Niños de St. Louis se formó un equipo de proveedores con los Dres. John Clohisy,MD, Perry Schoenecker, MD, y Jeffrey Nepple, quienes aunaron esfuerzos para elaborar un plan de tratamiento integral para su cadera.
Le realizaron una cirugía en la que regresaron la parte esférica de la cadera a la posición correcta. Sin embargo, en su siguiente consulta se reveló otro revés. Su cadera izquierda se había dislocado, por lo que el fémur se había salido de la cavidad. Los médicos reposicionaron el fémur de Alejandro y le aplicaron un yeso en ambas piernas durante dos meses para mantenerlas en la posición correcta mientras pudieran sanar.
Después de la cirugía, uno de los médicos llamó a Alejandro tarde en la noche para ver cómo estaba. Una vez más, Jill se sintió conmovida por este profundo nivel de atención y calidad humana.
Cuando su cadera comenzó a recuperarse y le quitaron los yesos, Alejandro se vio obligado a afrontar un nuevo desafío: aprender a caminar de nuevo.
Ha demostrado una increíble resiliencia durante todo el tratamiento. Ha trabajado duro para poder recuperar la movilidad. Las sesiones de fisioterapia por lo general eran exigentes, pero se mostró agradecido por la guía severa y amorosa de su terapeuta, Katie Jaschek, PT, DPT.
“Primero tuvo que recuperar la fuerza para mover las piernas sin ayuda, luego la capacidad de ponerse de pie con apoyo y, finalmente, poder dar pasos”, dijo Katie.
“En ningún momento mostró ningún signo de debilidad”, recordó Jill con orgullo. “Estaba tan concentrado, tan decidido”.
Meses después, el equipo centró su atención en la rodilla, la razón original por la que Alejandro había viajado a St. Louis. Debido a la naturaleza compleja de la malformación ósea, el Dr. J. Eric Gordon concluyó que necesitaba un dispositivo se adhiere a la pierna durante varios meses, llamado fijador externo.
“En el caso de malformaciones muy graves o malformaciones en múltiples planos como la suya, la mejor manera de tratarlas suele ser el fijador externo”, dijo el Dr. Gordon.
Además de la fisioterapia, Alejandro empezó a nadar en la YMCA los martes y jueves. La natación se convirtió en parte esencial de su rehabilitación, ayudando en el proceso de recuperación de su rodilla.
“Este chico está aquí, la lleva un año lejos de su casa, así que lo sacamos a hacer algunas cosas que realmente le hacen bien. Lo mantiene activo. También ayuda con el rango de movimiento y la fuerza”, dijo el Dr. Gordon.
A lo largo del recorrido de Alejandro, ha sido evidente el apoyo inquebrantable de Jill a su hijo. A pesar de los altibajos, ella nunca ha perdido de vista el bienestar de su hijo. “Lo más importante para mí es Alejandro”, enfatizó Jill. “Tengo que mantenerme concentrada en él; no puedo distraerme. No puedo preocuparme.”
Jill mira siempre el lado positivo. Ella está agradecida por esta oportunidad de conocer a su hijo a un nivel mucho más profundo. Cuando habla de su hijo y del tiempo pasado aquí, se le nota el orgullo. Los dos han podido experimentar la nieve por primera vez e incluso celebrar Halloween, el Día de Acción de Gracias y el Día de San Patricio, festividades que no se suelen festejar en Trinidad y Tobago.
“[En Acción de Gracias] dimos gracias a Shriners Children's por habernos ayudado tanto”, dijo Jill.
En unos pocos meses, Alejando regresa a casa, ya completamente recuperado. Aunque han estado lejos de casa durante casi un año, agradecen que Alejandro esté recibiendo la atención más increíble del mundo.
“En casa no podríamos recibir este tratamiento tan completo”, dijo Jill.