De las dificultades a la fortaleza: La historia de recuperación de Kalani
Desde preescolar hasta segundo grado, Kalani sufrió dolor en las piernas.
Con los dolores agudos y punzantes que tenía, la vida diaria era un desafío. “Me costaba, jugar a la mancha con otros niños no era divertido porque no podía seguirles el ritmo”, dijo. El dolor y la pérdida de movimiento en las caderas incluso hicieron que dejara de andar en bicicleta.
Sus padres, preocupados por él, hicieron repetidas visitas a su pediatra en busca de respuestas.
“Nos dijeron que sólo eran dolores de crecimiento. Que cuando terminara de crecer, el dolor iba a disminuir”, dijo su madre, Ardi. Confiando en el médico, le aseguraron a Kalani que su dolor no duraría para siempre.
Pero un día, en segundo grado, el dolor de Kalani alcanzó un nivel insoportable. Después de intentar jugar con sus amigos durante el recreo, no podía volver caminando a la clase. Por suerte, sus padres estaban de voluntarios en la escuela ese día y les avisaron rápidamente.
“En ese momento supimos que esto no era dolor normal del crecimiento”, dijo Ardi.
Llevaron rápidamente a Kalani a la sala de emergencias, donde le hicieron múltiples radiografías y dieron con la verdad: una displasia bilateral de cadera. Las articulaciones de la cadera no se habían desarrollado adecuadamente, por lo que las cavidades eran muy superficiales, y las articulaciones, inestables.
La displasia de cadera se observa en aproximadamente uno de cada 1000 niños. A menudo provoca dolor en la cadera, la ingle y la pierna, además de cojera y una reducción del rango de movimiento.
En Shriners Children's, cuando me hablaron de la cirugía, me tranquilizaron en todo momento.
Una vez que la familia de Kalani obtuvo un diagnóstico claro, los derivaron al Hospital Shriners para Niños de Greenville, donde se encontraron con un equipo de especialistas en ortopedia que les explicaron que sería necesaria una cirugía.
Ahora, tras una cirugía que le cambió la vida, y meses de fisioterapia, Kalani está prosperando. Puede disfrutar de los deportes, montar en bicicleta y correr libremente con sus amigos.
“¡El Hospital Shriners para Niños de Greenville es maravilloso! Siempre hacen lo imposible para brindar atención específica para cada niño. Le dieron calidad de vida a Kalaniy lograron que viva sin dolor. Son más como una familia que cualquier otra cosa”, dijo Ardi.