Allison, expaciente de Shriners Children's, considera que las cicatrices de sus quemaduras son obra de lo divino.
“Las líneas y bultos son como la huella digital de Dios”, explicó Allison. “Me resulta relajante sentir la textura de mi piel porque me recuerda lo increíble que es mi cuerpo”.
La vida de Allison cambió en el 2000 cuando tenía 16 años. Los gases de una lata de gas se incendiaron y quemaron casi el 60% del cuerpo de Allison.
Pasó 70 días en el Hospital Shriners para Niños Ohio (entonces ubicado en Cincinnati) curando y, con el tiempo, volviendo a aprender cómo hacer las tareas cotidianas.
Aunque recuerda el dolor físico, también recuerda al personal que se convirtió en su familia.
“Siendo una adolescente recuperándose de quemaduras, tuve dificultades con la forma en que la gente me miraba”, explicó. “Fue un momento realmente oscuro, pero la aceptación del personal me ayudó a superarlo. Ellos fueron los ángeles que me hicieron quien soy hoy”.
Allison dijo que sus desafíos más difíciles llegaron después de que la dieron de alta del hospital.
“Era como si estuviera de luto”, dijo. “Estaba viva y era físicamente capaz de salir al mundo, pero no iba a ver a mis enfermeras todos los días”.
Allison dijo que tuvo problemas para descubrir cómo amarse y aceptarse a sí misma de la misma manera que lo hizo su familia Shriners.
“Me miré en el espejo y no me gustó lo que vi”, dijo. “Pensaba que la gente siempre me estaba mirando fijamente, así que dejé de ver a mis amigos o de salir en público”.