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De Perú a Boston para recibir tratamiento especializado en cicatrices

Después de 25 años, Chris regresó al Hospital Shriners para Niños Boston.

En 1987, Chris sufrió una lesión grave en su casa luego de entrar en contacto con agua hirviendo, lo que le provocó quemaduras de tercer grado en más del 50 % de su cuerpo. En ese momento, Chris tenía 10 años y vivía con su familia en Perú.

Los médicos de un hospital infantil se encargaron de la atención inicial de Chris, donde le realizaron cirugías de injerto de piel en sus heridas. Después de esas cirugías, Chris desarrolló queloides (cicatrices elevadas), que pueden ocurrir debido al crecimiento excesivo de tejido cicatricial y son muy incómodos.

Después de ser atendido por tres años en el hospital infantil local, la familia de Chris lo llevó a una clínica privada para una evaluación adicional. Los proveedores allí evaluaron la cicatrización de los queloides y determinaron que Chris necesitaba atención especializada en quemaduras. Luego, la clínica derivó a Chris y su familia al Hospital Shriners para Niños Boston.

Chris viajó a los Estados Unidos por primera vez con su padre, llegó a la ciudad de New York, donde vivían sus abuelos, y luego se dirigió a Boston con su padre en tren. Chris fue paciente del Hospital Shriners para Niños Boston desde 1990 hasta 1994. Estuvo hospitalizado durante varios meses antes de pasar a la atención ambulatoria y regresaba aproximadamente cada seis meses para cirugías y procedimientos.

Chris recuerda sentir nostalgia cuando llegó por primera vez a Boston. “Me sentía desconsolado y extrañaba a mi madre. Estar lejos de mi familia fue difícil, pero con el tiempo creo que desarrollé responsabilidad a una edad más temprana y me enseñó mucho sobre cómo ser independiente”.

A medida que disminuyen las cicatrices, aumenta la confianza

Los médicos del Hospital Shriners para Niños Boston realizaron una cirugía reconstructiva e injertos de piel en las áreas quemadas de su cuerpo en el transcurso de cinco años. Chris recuerda sentirse inseguro debido a las cicatrices queloides, especialmente cuando usaba una camisa de manga corta.

“Después de las cirugías y los tratamientos en Shriners, las cicatrices queloides disminuyeron considerablemente y, con el paso de los años, adquirí más confianza en mí mismo y dejé atrás toda la inseguridad que sentía”, recordó Chris.

Después de las cirugías y los tratamientos en Shriners, las cicatrices queloides disminuyeron considerablemente y, con el paso de los años, adquirí más confianza en mí mismo y dejé atrás toda la inseguridad que sentía.
Chris, expaciente de Boston

Mirando hacia atrás con gratitud y nostalgia

Chris viajaba con frecuencia hacia el Hospital Shriners para Niños Boston en tren desde New York, incluso a veces viajaba solo. Tiene gratos recuerdos de Shriners con sus característicos feces esperando su tren en la Estación Sur.

“Tengo tantos momentos memorables que siempre atesoraré y llevaré conmigo. Todo el personal me atendió y me recibió con cariño y amabilidad. Estoy especialmente agradecido con Susan, miembro del personal del Hospital Shriners para Niños Boston, quien era Directora de Servicios Sociales en ese momento. Ella facilitó mi admisión cuando llegué por primera vez a Shriners. Siempre hizo todo lo posible para ayudarme a sentirme como en casa. Cuando era paciente de ese hospital, no podía hablar inglés, por lo que también existía la barrera del idioma. Susan me ayudó a navegar a través de ese problema”, explicó Chris.

Como alguien que sufrió una gran lesión por quemadura y pasó por el proceso de curación, Chris tiene algunos consejos para compartir con otras personas que están pasando por una experiencia similar. “No dejen que las personas o las circunstancias los desanimen. Continúen luchando y superando cualquier estigma que podemos enfrentar las personas que sufrimos quemaduras graves”.

Ahora que tiene cuarenta años, a Chris le encanta practicar deportes, incluido el fútbol y el fútbol americano. Le gusta pasar tiempo al aire libre, hacer ejercicio y llevar un estilo de vida saludable. “Después de completar mi tratamiento en Shriners, me convertí en ciudadano estadounidense y este hermoso país se convirtió en mi nuevo hogar”, anunció Chris.

La misma ruta 25 años después

Chris siempre supo que quería regresar al Hospital Shriners para Niños Boston algún día, ver el edificio donde pasó tanto tiempo y dar las gracias. “Mi novia, Chantel, se conmovió con mi historia y mis recuerdos en Shriners. Ella me animó a seguir adelante y hacer ese viaje a Boston, así que lo hicimos. Planeamos nuestro viaje a Boston de la misma manera que yo solía viajar desde New York cuando era niño. Quería revivir esa experiencia de hace tantos años. Compramos boletos de tren hacia la Estación Sur. Desde allí caminamos hasta el hospital”, explicó.

Después de más de 25 años, Chris regresó al Hospital Shriners para Niños Boston, hizo una donación al hospital y reflexionó sobre ese momento importante en su vida que lo formó. “Nunca olvidaré cuando fui paciente de Shriners. Estoy agradecido por las personas que conocí y la atención que recibí”, comentó.

Conozca a Chris

Chris recibió un tratamiento especializado en cicatrices por sus lesiones por quemaduras.

Chris de niño

Chris de niño.

Chris parado en una gran roca levantando los pulgares

Ahora con 40 años, a Chris le gusta pasar tiempo al aire libre.

Chris parado afuera con la ciudad de Boston detrás de él

Chris en una reciente aventura de invierno.