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La fractura de Chloe

La lesión destaca la capacidad que tiene el personal del Hospital Shriners de St. Louis para tratar casos rutinarios y casos poco frecuentes

Chloe sabía que algo estaba mal cuando emergió en el medio de Lake of the Ozarks.

Segundos antes, la niña de 16 años de Wentzville, Missouri, había sido lanzada desde un tubo arrastrado por una lancha. Se miró el brazo, flotando en el agua, y quiso moverlo.

Nada. Se concentró más. Nada.

Las radiografías de su fallido fin de semana del Día del Trabajo develaron lo que había pasado: El húmero, el hueso largo que se extiende del hombro al codo, se había fracturado completamente. Ambas partes de las dos secciones tenían varias pequeñas fracturas.

Si bien los Hospitales Shriners para Niños de St. Louis han construido una reputación desde su inauguración en 1924 por tratar enfermedades poco frecuentes y médicamente complejas, también tienen un enfoque más amplio que incluye lesiones rutinarias como la de Chloe.

“Nos ayuda a brindar una atención más amplia”, explica Lindley Wall, M.D., quien realizó la cirugía de Chloe una semana después del accidente. Le introdujo 13 tornillos y placas estabilizantes para volver a unir el hueso. "Es bueno estar disponible para realizar cirugías traumatológicas porque le proporciona un mejor servicio general a la comunidad".

Ese es un mensaje que los líderes del Hospital Shriners de St. Louis quieren que la gente escuche: Sí, tratamos afecciones poco frecuentes, pero también tratamos las rutinarias. Es un mensaje que Janet, la madrastra de Chloe, había escuchado varias veces.

“Creo que muchas personas de la comunidad no saben que pueden recibir la mejor atención de vanguardia para lesiones como las de Chloe de parte de médicos conocidos en todo el país”, dijo Janet, quien trabajó en el hospital durante 12 años antes de obtener un ascenso hace poco a un puesto remoto con la sede central nacional en Tampa, Florida. “La verdad es que no hubo ninguna duda acerca de traerla aquí”.

Chloe dijo que la reputación del hospital y de sus médicos con respecto al tratamiento de afecciones poco frecuentes la tranquilizó a medida que su cirugía se acercaba.

“Para ellos, la cirugía que necesitaba no era nada del otro mundo. “Hicieron cirugías muy complejas y delicadas”. Han visto cosas mucho peores”, contó. Lo que me pasó fue algo de rutina para ellos. Me hicieron sentir mucho más cómoda".

Seis semanas después de su cirugía, Chloe regresó al hospital para una consulta de control. Los técnicos en radiología le hicieron radiografías, las cuales mostraron que el hueso estaba sanando bien. La Dra. Wall revisó la cicatriz de casi un pie de longitud y controló la capacidad de movimiento del brazo. Los miembros del equipo de terapia física se unieron a las personas de la sala para recibir las instrucciones actualizadas para el tratamiento que Chloe recibiría cuando regresara unos días después.

Sin embargo, Chloe tenía una pregunta que para la mayoría de los adolescentes de 16 años es muy importante. “¿Puedo conducir?”.

“¿Estás tomando calmantes?”

“No”, respondió la adolescente esperanzada.

Los ojos de la Dra. Wall mostraron la sonrisa que había debajo de su máscara: “Entonces sí, puedes hacerlo”.

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