Aprender a conducir es uno de los hitos más importantes en la vida de un adolescente.
Es un gran paso hacia la independencia y abre la puerta a otro nivel de libertad y de responsabilidad. Para un adolescente con una discapacidad física, ese hito puede suponer aún más desafíos. Henry, de 17 años, está más que preparado para ello.
Henry ha sido paciente del Hospital Shriners para Niños de Erie desde los 4 años. Henry nació con acondroplasia, una forma de enanismo, y sufrió un derrame cerebral en el útero, por lo que no le han faltado los desafíos en su vida. Gracias a su determinación, al apoyo constante de su familia y de un comprometido equipo de terapia, Henry ha logrado un progreso notable en fisioterapia y ergoterapia. Henry tiene un historial de gran esfuerzo, y su siguiente paso hacia la independencia era aprender a conducir.
Obtener el permiso no estuvo exento de obstáculos. La primera vez, Henry reprobó la parte escrita del examen, pero no se desanimó. Estudió mucho, hizo el examen otra vez y aprobó. “Fue una sensación increíble aprobar”, dijo con una sonrisa orgullosa.
Natalie, su madre, recordó lo difícil que fue el proceso para obtener la licencia de conducir. “Había tantos callejones sin salida e información contradictoria. Cada persona con la que hablamos nos decía algo distinto y no podíamos encontrar una forma clara y coherente de hacerlo. Fue terriblemente frustrante”, contó. “Pero nunca dudamos que Henry iba a conducir. Era solo una cuestión de cuando”. Mientras esperaban respuestas, realizaron las adaptaciones necesarias en el vehículo familiar para garantizar que pudiera conducir con seguridad y confianza. Estas modificaciones consisten en extensiones de pedales, una adaptación de dirección personalizada y un cojín de asiento para que Henry tenga plena visibilidad y control.
Después de más de un año de lidiar con trámites burocráticos e incertidumbre, Henry aprobó el examen, y salió oficialmente a la carretera tras el volante, con mucho alivio y emoción para él y sus padres. Ahora que está al volante, a Henry le encanta conducir y ya quiere obtener su licencia definitiva. “No puedo esperar a poder salir con mis amigos cuando quiera”, dijo. Mientras todavía está aprendiendo, su padre, Seth, lo acompaña durante las sesiones de práctica. Natalie está más que feliz de dejar que papá tome la iniciativa.
Henry espera con emoción el día en que no necesitará un adulto en el asiento del pasajero para conducir. Natalie espera con ilusión ese momento. “Una vez que tenga su licencia, podrá ir solo a sus citas médicas, lo que será de gran ayuda, ya que tenemos dos niños más pequeños en casa”, dijo. “También podrá hacer recados y ayudar más en la casa”.