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La historia de Ella: Fuerza, amor y empoderamiento

Hace siete años, cuando Ania entró al consultorio de su médico a las 21 semanas de embarazo, no esperaba más que un chequeo prenatal de rutina.

En cambio, se fue con un diagnóstico que cambiaría su vida para siempre: Su bebé, Ella, iba a nacer con labio leporino y paladar hendido.

Ania fue llevada a otra habitación, allí el médico le explicó que la bebé que llevaba dentro iba a nacer con labio leporino y paladar hendido. Sobrevinieron preguntas y detalles que Ania no se esperaba, algunos de ellos, impensables. Ella quedó atónita, tratando de procesar la información que estaba recibiendo. “Las palabras me resultaron tan grandes, tan desconocidas. Nunca había oído hablar mucho sobre las fisuras labiopalatinas y, de repente, me estaban llenando de una jerga médica que no entendía”, dijo. Había esperado tanto tiempo a este bebé, ¡y estaba segura de que iba a seguir con el embarazo!

Mientras caminaba de regreso al trabajo, cruzó el puente que cruzaba todos los días… pero ese día se sintió diferente. “Fue una pesadilla”, dijo Ania. “Fui a casa, empezar comencé a buscar en Google, fue lo peor que pude haber hecho. Me quedé en el sofá sin poder moverme, y yo no soy así”. El miedo era paralizante. Lo desconocido era insoportable. Entre todo, había un pensamiento que no la dejaba en paz: Ella siempre había soñado con amamantar a su bebé, y ¿si no podía hacerlo?

Pero después de un fin de semana de lágrimas y silencio, algo cambió dentro de sí. “Me dije: 'Mi niña va a estar bien'. Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que ella sea feliz. Tengo que ser fuerte, por ella”. Y gracias a eso, Ania comenzó a levantarse.

Comenzó a planificar la atención de Ella antes de que naciera. Uno de los primeros médicos con los que se encontró fue un cirujano del Hospital Shriners para Niños, "Me hizo sonreír de oreja a oreja", dijo Ania. “Nos mostró fotografías de bebés hermosos, sanos, y me dijo que así se iba a ver mi hija.. Que iba a ser una niña sana, bella e inteligente”. Eso era exactamente lo que Ania necesitaba oír.

Cuando Ella nació, Ania pasó toda la noche pensando cómo sostener a Ella para poder darle el pecho. “Estábamos las dos muy cansadas: su cuerpito chiquito, acurrucado contra el mío, las dos aprendiendo juntas. Pero, finalmente, encontramos cómo hacerlo. En ese momento ella no quiso soltarme, y yo tampoco”, dijo Ania.

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Conozca a Ella

Cuando Ania se enteró de que Ella nacería con labio leporino y paladar hendido, el miedo la invadió. Sin embargo, el amor, la resiliencia y el apoyo adecuado transformaron su historia en una de fortaleza y esperanza.

Ella descansa en una cama antes de la cirugía de labio leporino y paladar hendido.

Ella se ríe en un sillón.

Ella muestra su maquillaje facial de unicornio.

Ella sonríe, somnolienta tras una tarde de natación.

Próximos pasos

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