Concluyó con sus visitas a POPS cuando le colocaron su duodécimo y último aparato ortopédico, y gracias a tantas visitas para hacerse radiografías, llenó un segundo libro de calcomanías. Después de más de una década, su paso por Shriners Children's llegó a su fin y Michelle pudo volver a realizar actividades como andar en bicicleta, practicar esquí acuático y ser una adolescente activa.
De adulta, a Michelle finalmente le colocaron un fijador externo espacial Taylor en la pierna. Se pudo corregir el ángulo de su pierna, de 20 grados, a un grado y así evitó la necesidad de cirugías de cadera y/o rodilla.
“Este no ha sido un viaje fácil”, dijo Michelle. “Hay que tener un equipo que esté a tu lado para escucharte, defenderte, hablar y analizar todas las opciones”. Ella escribió en detalle sobre su viaje en un libro llamado A través de los ojos de una niña.
Hoy, Michelle es una exitosa propietaria de una pequeña empresa. Vive en las afueras del área metropolitana de Portland con su esposo y su hijo de 13 años. Le encantan los caballos, y por ocho años formó parte de un equipo profesional de entrenamiento de rodeo.
“Si no fuera por el Hospital Shriners para Niños de Portland, no estaría donde estoy hoy”, dijo Michelle. “Si no hubieran seguido estos pasos durante mis años de crecimiento, yo podría haber perdido la pierna. Shriners Children’s fue mi ángel guardián, me cuidaron en cada paso”.
Durante los últimos seis años, Michelle ha organizado una campaña de recolección de juguetes cada año durante las fiestas. Así, ha recaudado más de $8000 y juguetes para los pacientes del Hospital Shriners para Niños de Portland, y ella personalmente entrega las donaciones al hospital.