Katie y Scott estaban sentados ansiosos en la sala de ecografía, ansiosos por descubrir si su hija, Hannah, iba a tener un hermanito o una hermanita.
Se sentía la emoción en la sala, mientras la imagen granulada en blanco y negro de su bebé empezaba a parpadear en la pantalla. Sin embargo, la expresión del técnico de ultrasonido comenzó a cambiar, y también lo hizo el estado de ánimo del lugar. Lo que comenzó como una ocasión alegre rápidamente tomó un giro inesperado. En lugar de irse con la respuesta sencilla que buscaban, Katie y Scott recibieron la noticia que cambiaría sus vidas para siempre: Su bebé iba a nacer con deficiencias en las extremidades.
En un instante, a Katie y Scott les cambió el mundo. Su hijo, Eli, nacería sin el brazo derecho ni la pierna izquierda. La noticia fue un shock para el cual ninguno de los dos estaba preparado. Pero, a pesar de la incertidumbre, se abrazaron y prometieron afrontar con fuerza y amor todo lo que viniera.
Decididos a darle a su hijo la mejor vida posible, Katie y Scott no perdieron el tiempo en buscar la mejor atención. Cuando Eli tenía 4 semanas, su búsqueda los llevó al Hospital Shriners para Niños de Greenville. Como muchos padres inseguros pero llenos de esperanza, estaban llenos de miedo y escepticismo, inseguros de lo que les deparaba el futuro. Sin embargo, cuando tuvieron la reunión con el equipo de atención, encontraron algo profundo. “El Hospital Shriners para Niños fue una increíble fuente de consuelo para nosotros”, recordó Scott. Nos dijeron: ‘Ustedes simplemente tienen que a amar a su bebé. Este es nuestro trabajo. Estamos aquí para ustedes, los apoyamos’".
Esa incertidumbre tan abrumadora fue reemplazada por una claridad reconfortante. De repente tenían una dirección, un lugar donde sabían que Eli sería atendido con experiencia, calidad humana y la determinación de ayudarlo a vivir una vida plena y feliz. “Nos fuimos a casa y entendimos que el caso de Eli no era algo tan raro como para que no supieran qué hacer. No, como ellos decían, ‘Este es nuestro trabajo y estamos aquí para apoyarlos’”, explicó Scott.
Durante toda la infancia de Eli, que ahora es un vibrante niño de 10 años, su increíble progreso y resiliencia han ido creciendo con él. Eli ha pasado por cinco cirugías, cada una ha sido un paso clave en su camino hacia la movilidad y la independencia. Además de estas cirugías, Eli ha tenido siete piernas prostéticas distintas, cada una hecho a medida según evolucionaban sus necesidades. Sin embargo, fue la incorporación de su cuchilla para correr lo que realmente transformó el mundo de Eli. Como lo describe Scott, fue “un antes y un después”. La nueva prótesis le permite a Eli correr más rápido, moverse con más velocidad y resistencia y alcanzar los sueños que alguna vez pensó que estaban fuera de su alcance.