A veces, lo que más ayuda a curar a un adolescente es la diversión.
Puede curar por sí solo y también puede abrir conexiones con otras personas que están allí para ayudarlos.
Robel, o “Robi” como le gusta ser llamado, siempre tiene una sonrisa en el rostro y siempre es amistoso con todas las personas que conoce. Llegó por primera vez al Hospital Shriners para Niños Philadelphia desde Etiopía luego de sufrir una lesión en la médula espinal T9 a causa de una caída que lo dejó paralizado desde la cintura hacia abajo. Necesitaba rehabilitación a largo plazo y estaba conectado al hospital como parte del programa internacional de pacientes.
“Después de mi accidente, no pude sentarme, ducharme, vestirme, moverme dentro y fuera de mi silla de ruedas, ni siquiera podía alimentarme por mi propia cuenta”, explicó Robi, de 17 años. “Dependía completamente de los demás para casi todo”.
Al ser un paciente mayor, se le dio un programa completo de terapia física y ergoterapia para aumentar su independencia tanto como fuera posible. Para lograr esto, sus terapias se enfocaron principalmente en desarrollar la fuerza de la parte superior del cuerpo mediante levantamiento de pesas, ejercicios aeróbicos sentado, ejercicios de equilibrio, caminar con aparatos ortopédicos para las piernas, practicar baloncesto en silla de ruedas y tenis de mesa.
La gravedad y las circunstancias de su lesión hicieron que su estadía en el hospital fuera más prolongada que la de la mayoría de los demás pacientes. Debido a esto, se hizo amigo de casi todos los empleados, de todas las áreas de atención del hospital. Uno de sus legados duraderos en el hospital fue lo mucho que se conectó con el personal y otros pacientes y cómo siempre se las arregló para alegrar el día a todos.
Encontrar un propósito a través de la musicoterapia
Según Robi, un accidente tan traumático como el que vivió hace que uno piense en la vida. En específico, hace que uno piense en su propósito y cómo mantener una actitud positiva ante la vida cuando todo parece ir mal. Con la ayuda de Becky Dadi, la musicoterapeuta que dirige el programa de musicoterapia en el hospital, Robi pudo canalizar sus emociones en una canción maravillosa. “Escribir esta canción me ayudó a recordar que creo en que Dios tiene el control”, afirmó. “Es bueno recordar que Él siempre está allí”.
“Trabajar con Robi fue un verdadero punto culminante en mi carrera como musicoterapeuta”, afirmó Becky. “Cuando trabajamos juntos para escribir su canción original, él fue muy abierto, honesto y creativo”. Ella notó que era más fácil para él expresar sus pensamientos y sentimientos sobre un tema difícil cuando el objetivo era crear su propia canción, llena de su historia, sus luchas y triunfos.
