Cada persona con la que hemos tratado – enfermeros, médicos – ha sido tan increíble.
Amelia y varios participantes de la Academia de Verano para Jóvenes asisten a la Caminata Walk for Love del Hospital Shriners para Niños del Norte de California.
Amelia muestra su yeso de práctica durante una demostración de enyesado en The Perry Initiative.
Amelia practica la aplicación de suturas en The Perry Initiative
Amelia celebra su graduación de la escuela secundaria con su madre y su hermano.
Empezó a tener un desconcertante dolor de rodilla en abril de 2021, lo que desencadenó un ciclo de frustración: Los pediatras la mandaron a ponerse hielo, los ortopedistas diagnosticaron tendinitis, los reumatólogos no encontraron respuestas y la acupuntura no servía para nada. Se sometió a años de fisioterapia, cirugías innecesarias y tratamientos costosos, y terminaron diciéndole que tal vez, el dolor estaba solamente en su cabeza.
Cuando comenzó a dolerle la cadera derecha, se reveló un pequeño desgarro de tejido que nuevamente fue descartado por los médicos a los que iba siempre. Amelia y su madre, Debbi, estaban frustradas y desesperadas por respuestas.
Cuando Amelia llegó a la clínica de medicina deportiva del Hospital Shriners para Niños del Norte de California, el asistente médico Darvin Foo, PAC, PT, MMS, revisó su historia con una nueva perspectiva. En una hora, identificó la causa raíz: displasia límite de cadera.
La cadera es una articulación de bola y cavidad. La displasia de cadera se produce cuando la cavidad es demasiado superficial y la cabeza de la articulación se desplaza hacia afuera de forma parcial o total. Aunque a menudo no causa dolor en los bebés, de no ser tratada, la displasia puede provocar artritis precoz y dolor de por vida. La detección rápida es fundamental, pero casos leves como el de Amelia es normal que pacen desapercibidos si no se cuenta con experiencia pediátrica.
Darvin explicó cómo los cambios posteriores a la pubertad amplificaron el sutil desplazamiento de la cadera y provocaron un desgarro en el labrum, que es el anillo de cartílago que amortigua la articulación de la cadera, la causa de su dolor irradiado en la rodilla.
“Nos mostró la resonancia magnética y explicó la fórmula matemática que se utilizaba para calcular su displasia de cadera”, dijo Debbi. “No tengo palabras para describir cómo me sentí al finalmente obtener una respuesta para mi hija, que llevaba años sufriendo”.
Amelia recuerda con todo detalle aquella primera cita. “Lloré con mi mamá”, dijo. “Fue un enorme alivio tener una respuesta”.
El cirujano ortopédico Brian Haus, MD, realizó la delicada cirugía de Amelia, en la que se le reparó el labrum desgarrado y se alargó el tendón. Después de la cirugía, la enfermera, Megan, permaneció a su lado para asegurarse de que se recuperara. Además, el enfermero de hospitalización, Wesley, se aseguró de que siempre tuviera una sonrisa en el rostro durante la recuperación.
“Sentí que me estaban cuidando mis mejores amigos”, dijo.
“Cada persona con la que hemos tratado – enfermeros, médicos – ha sido tan increíble”, dijo Debbi. “No recuerdo ninguna persona con la que haya tenido una experiencia negativa”.
Después de seis semanas con muletas y realizando fisioterapia, Amelia sintió una inmensa mejoría.
Una vez que le dieron el visto bueno para estar activa, Amelia salió a andar en bicicleta con su hermano, quien, según dice, es su mejor amigo. “Él siempre me pedía andar en bici juntos y yo tenía que decirle que no”, dijo. “Finalmente, por primera vez pude decir que sí”.
Debbi recuerda que este momento no tuvo precio para ella, y que estaba dispuesta a pagar cualquier monto que resultara en la factura del hospital.
“Nuestro seguro HMO no cubre atención médica por fuera [de su red]”, dijo. “Recibí la factura después de la cirugía y tenía miedo de llamar para preguntar, porque me estaba imaginando teniendo que trabajar cinco años para pagarla. Lo postergué mucho tiempo. Cuando finalmente llamé me dijeron ‘Ya está solucionando’. En ese momento me eché a llorar”.
Hoy, Amelia, de 18 años, no tiene dolores y va al gimnasio, hornea y puede estar de pie trabajando. A ella le gustan las clases de ciencias en la escuela y quiere dedicarse al campo de la salud.
Su trayectoria médica transformó sus sueños: “Mi experiencia me hizo querer ser como mis proveedores de Shriners Children’s. Quiero que mi misión sea ser la persona que marque la diferencia en la vida de alguien”. Para ella, esto significa dar los pasos necesarios para convertirse en cirujana ortopédica pediátrica.
En las citas de seguimiento, Darvin escuchó de las ambiciones de Amelia y se propuso como misión ayudarla a alcanzarlas.
“Normalmente son los orientadores escolares quienes ayudan a planear la carrera, pero en mi caso,, es Darvin”, dijo Amelia.
Durante sus últimos dos años de escuela secundaria participó en la Academia Juvenil de Verano del Hospital Shriners para Niños del Norte de California, donde aprendió sobre diferentes puestos de atención médica en el hospital, así como de la Perry Initiative, que brinda a jóvenes mujeres escuela secundaria experiencia práctica en cirugía ortopédica.
Con la tutoría de Darvin, asistirá al American River College y luego estudiará biología humana en la Universidad de California en Davis. En junio pasado, se graduó de la escuela secundaria con honores. Ahora, está completando su período de atención en Shriners Children’s.
“Estamos increíblemente agradecidos con la gente de este lugar”, dijo Debbi.
