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La historia de Rickey

Adolescente decide ser médico cuando la atención en el Hospital Shriners de Boston le cambia la vida

En estos días, Rickey pasa el tiempo concentrado en sus estudios en la University of Guyana. El joven de 17 años estudia Biología y está en camino de cumplir su sueño de ser médico. Hace poco más de cinco años, esta meta habría parecido imposible por las gravísimas e inimaginables lesiones por quemaduras que habían puesto en riesgo su vida.

Rickey, de 11 años, vivía en Guyana con su padre, quien un día volvió a su casa ebrio y enfadado. Rickey trató de calmarlo y su padre se enfureció: lo roció deliberadamente con un producto acelerador de fuego y encendió una cerilla. Rickey quedó encerrado en la casa, envuelto por las llamas, hasta que logró derribar la puerta de un puntapié y trepar una cerca para pedir ayuda.

Rickey ingresó al hospital local, donde permaneció inconsciente varios días mientras su madre, Shanta, lo cuidaba junto a la cama. Las condiciones eran deficientes. Durante varias semanas, Rickey recibió muy poca atención médica. No le cambiaban ni limpiaban las vendas, y cuando recobró el conocimiento casi ni podía moverse. Su estado era gravísimo. Esto sucedió durante las elecciones de 2015 de su país, y fuera del hospital había revueltas políticas, saqueos y violencia. Muchos médicos se negaban a entrar debido a los permanentes disturbios políticos.

Shanta velaba por su hijo, llorando: casi no dormía y se negaba a irse del hospital por miedo a que muriera. Su situación llamó la atención de una mujer que trabajaba en el laboratorio, la cual la alentó a buscar ayuda médica para Rickey fuera de Guyana. Esta bondadosa desconocida le enseñó a Shanta a usar la computadora, y esta comenzó su búsqueda de un tratamiento que pudiera salvarle la vida a su hijo. Se contactó con agencias de Australia, Trinidad y Tobago e India, pero una y otra vez le decían que la atención le costaría una cantidad de dinero que no tenía. Hasta que encontró a la mujer que considera el ángel de esta historia.

Tanya Sorkin es directora general del programa de la Children's Burn Foundation de California. Tanya ayudó a Shanta, Rickey y su hermano menor, Javin, a obtener sus visas, lo cual allanó el camino para que Rickey viniera a los Hospitales Shriners para Niños de Boston, donde se brinda atención independientemente de las posibilidades de pago de las familias. La fundación para sobrevivientes de quemaduras les pagó los viajes y les dio tarjetas de regalo para comidas y otros gastos. Finalmente, la ayuda estaba cada vez más cerca.

Cuando Rickey llegó al Hospital Shriners de Boston, tenía lesiones en más del 30% del cuerpo, tanto en el mentón y el cuello como en el torso y la espalda. El tejido cicatrizal le impedía mover el cuello, los hombros y los brazos; tenía la cara ladeada y no podía cerrar por completo la boca. Bajo la supervisión de Robert L. Sheridan, M.D., jefe del Servicio de Quemados, Rickey fue sometido a tres cirugías y numerosos procedimientos durante su hospitalización en 2015. Shanta y Rickey quedaron impresionados y sorprendidos por la dignidad y amabilidad con que los trataron desde el momento de su llegada. Desde la coordinadora de atención Melissa Brown hasta la especialista en desarrollo infantil Rebecca Wildes, pasando por la joven enfermera que los ayudó a trasladar sus maletas, Shanta y Rickey sentían una enorme gratitud por todos. Cuando el Dr. Sheridan llamó a la familia al hotel para ver cómo seguía Rickey, supieron que todo estaría bien.

Cuando Rickey volvió a Guyana, podía mover los brazos y levantar objetos, y pudo jugar cricket por primera vez desde el día de las lesiones. Los resultados fueron mucho mejores de lo que había esperado, y está muy agradecido. En 2017, regresó al Hospital Shriners de Boston para hacerse una cirugía plástica y reconstructiva. El jefe de cirugía plástica Branko Bojovic, M.D., realizó cirugías láser que mejoraron la función y el aspecto del rostro, el cuello y los labios de Rickey. Cuando sea seguro viajar otra vez, Rickey volverá al hospital para realizarse otra cirugía reconstructiva en la oreja izquierda.

Sin embargo, las cicatrices más visibles de Rickey afectaron su autoestima. Con el tiempo, logró empezar a concentrarse en lo positivo y comprendió: “¿Para qué tener pensamientos negativos que lo único que hacen es lastimarme?”. Rickey se convirtió en una fuente de inspiración para otros sobrevivientes de quemaduras y otros tipos de adversidades. Comenzó a dar charlas en su iglesia, en la comunidad y, desde hace un tiempo, en su universidad. Su consejo para los asistentes es que no se queden en el pasado, pasen tiempo con las personas que les importan y hagan todo aquello que amen.

Rickey describió el Hospital Shriners de Boston como “¡Increíble al 100 por ciento!”. Y considera que el hospital, un lugar donde todos trabajan en armonía, debería ser un modelo para cualquier otro centro de atención médica. El ejemplo del Dr. Sheridan, que a su experiencia médica suma una preocupación genuina, respeto y un compromiso inquebrantable, motiva a Rickey para convertirse en médico. Su orgullosa madre sabe que cumplirá su sueño. “Cambiará la historia de los pacientes en Guyana”, aseguró. “Como médico, tratará a cada paciente como él fue tratado. No sabíamos que había personas dispuestas a abrirnos las puertas de su corazón y su país. No nos alcanzará la vida para agradecerles”.

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